Iba a ser un crimen fríamente calculado, una de los tantos homicidios por encargo que ocurren cada año en Brasil. Pero una serie de ingredientes imprevistos, incluido el ketchup, convirtieron el caso una receta para la risa.
La historia tiene lugar en Pindobaçu, un pueblo del estado brasileño de Bahía a 414 kilómetros de Salvador, y la supuesta víctima a ser ejecutada era Erenildes Aguiar Araújo, mejor conocida localmente como Lupita.
Quien presuntamente quería deshacerse de ella era Maria Nilza Simões, según medios locales porque ambas amaban a un mismo hombre. Para eso Simões habría acudido a los servicios de un expresidiario, un tal Carlos Roberto de Jesus.
Pero lo que ocurrió después estaba fuera de los planes de cualquiera. "En ocho años de policía civil, nunca supe de nada parecido", dijo el jefe de policía local, Marconi Almino de Lima, en el diario local Correio de Bahía.
"Y mire que se escuchan muchas historias por ahí", agregó.
Cambio de planes
De acuerdo con la versión que investiga la Justicia, el arreglo al que llegó Simões con el sicario en junio incluía un pago de 1.000 reales, cerca de US$545, por el trabajo hecho: Lupita tenía las horas contadas.
Pero el azar comenzó a desviar los planes cuando De Jesus descubrió que la mujer a la que debía matar era una vieja conocida suya.
El expresidiario decidió entonces renunciar a la misión de ejecutar a Lupita, aunque nunca desistió de la idea de cobrar la recompensa prometida. Para eso ideó un plan diferente junto con Lupita: simularía matarla usando dos botellas de ketchup como sangre.
Lupita declaró que De Jesus le pagó unos US$130 por prestarse al plan, nada mal si se tiene en cuenta que a esa altura ya debía estar muerta.
Ambos fueron a un matorral, el sicario devenido estafador echó la salsa roja sobre la camiseta blanca de Lupita y su cuerpo, la amordazó con un pañuelo rojo, colocó un machete entre su brazo izquierdo y su torso… y sacó una foto de la macabra escena.
La imagen fue usada por De Jesus para cobrar la recompensa prometida por Simões.
Sin embargo, las cosas no quedarían así.
A los besos
Unos días después, Simões se encontró en una feria del pueblo con otra imagen que probablemente nunca olvidará: De Jesus y Lupita, o los supuestos sicario y víctima, besándose a unos pasos de distancia.
Entonces decidió acudir a la comisaría local para denunciar a De Jesus por el robo de mil reales.
Simões evitó contar en ese momento todo lo que había detrás de su acusación, pero De Jesus sí lo hizo una vez que la policía lo capturó.
A partir de ese momento, se abrió un caso judicial que por ahora ha provocado el procesamiento sin prisión de los tres protagonistas: Simões por amenaza de muerte (aparentemente llegó a amenazar personalmente a Lupita) y la nueva pareja por extorsión.
"No hay crimen por encargo porque no se materializó la ejecución", explicó el policía De Lima en el diario local.
"Caché"
Lejos de acabar así, la historia ha tomado nuevos giros sorprendentes desde que cobró difusión en los últimos días.
Según reportes de prensa, De Jesus se ha ido del pueblo y Simões evita formular declaraciones públicas: muchos se ríen de su historia y se preguntan cómo creyó que el homicidio fue cometido pese a que en la foto era bastante evidente la simulación.
Lupita, en cambio, ha pasado a ser una suerte de celebridad local, ahora denominada en la prensa como "Mujer ketchup". Hasta hay quienes piensan en una posible carrera política para ella como concejal del pueblo.
Según ha declarado el alcalde local, Hélio Palmeira, tendría posibilidades de ser electa debido a su repentina fama.
"Desde que salí en la televisión y el diario, todo el mundo grita en la calle que es mi fan", comentó en Correo de Bahía la propia Lupita, que sin embargo dice tener aversión por el apodo de "Mujer ketchup".
El periódico informa en su edición digital de este sábado que, cuando le comentaron sobre su nueva fama nacional e internacional, Lupita preguntó cuánto va a ser el "caché" a cobrar.
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